alrededor de la hoguera;
descendiendo sobre ella
la luz de las naves.
ascendiendo de ellas
el rostro deformado del dolor;
la liberación del hombre,
del hombre que sueña.
Te basta con verme
y aplauda tus planes;
los pasos que oigo
no son tuyos.
Pero si son para mí
las instrucciones
que llevas gravadas
en los pliegues de tu piel.
Un nombre, unos pasos:
Es todo lo que tengo de tí.
Saltan las alarmas en e desierto,
se convierten el latidos.
Escapan salamandras asustadas,
se acercan curiosos
los alacranes.
El opio de los días me lleva a Itaca,
el reloj perdió las horas.
Se convierte en un disco en blanco,
donde escribo mi nombre,
donde escribo mi edad.
Lavaré mis ojos
con paños húmedos;
rociaré con miel
mi garganta rota;
pero sigue ardiendo
mientras continúan
las obras pendientes
a contrareloj.
Un nombre, unos pasos:
Es todo lo que tengo de tí
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