el aire fresco del norte cae sobre los ojos;
las cortinas cubren la mañana,
la noche se encarga de empañar las sombras;
y así de la mano nos llevan a despeñarnos
con los ojos vueltos hacia el sol;
al fin solo con mi sombra,
el calor deshace los contornos;
la ilusión del fin insufla en los pulmones
el aire ralo del sur que hincha el globo;
el calor asciende del infierno,
chorreando labios carnosos, abiertos.