se extiende inpoluto, tantos
granos como sonri-
sas caídas,
como estrellas en el cielo
reflejando
reflejando el infinito.
Oasis de sal,
pozo profundo de
agua helada,
salpica mi rostro
y mi boca
mi sonrisa que quizás
despierte nunca,
que nunca despierte,
que nunca despierte.
Ese transcurrir
cansino,
que de pronto se
desboca
en cascadas de
placer o pena,
en cascadas de
placer o pena,
en cascadas de
placer o pena,
en cascadas de placer.