a convertirme en cada cosa que veo
sin el peso del cuerpo lastrando mis alas;
sólo así huiremos del infierno, siendo uno tú y yo,
en el nido hecho con nuestras manos
lejos del fuego que se extiende;
no me hace falte valor cuando la luz de las estrellas brilla en mis ojos,
cuando el ritmo de las olas bombea mi pecho descubierto;
y cuando todo acabe
volveremos de la mano al lugar de donde venimos.