e ilumina los ojos con la flor de la mañana;
Esa flor, que de la noche crece y arraiga en la brisa
que la caricia envuelve con su manto, su manto de risa;
esa risa, que las hojas mueve, del árbol que avisa de la sombra perenne,
que su tronco incrusta en la tierra inerte;
esa tierra, bajo los pies, pies de barro del hombre que persigue
la luna que huye por el horizonte;
esa luna, que se fue al estallar la mañana,
clavándose esquirlas en ojos de escarcha;
esos ojos, que se iluminan con la flor de la mañana,
que se cuela entre párpados, naciendo la luz del alba.
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