corta el mar de miradas sucias,
el reflejo de soles que estalla en su filo;
y se apagan por siempre,
perdido entre la hojarasca,
que el viento eleva a los altares;
se queda el brillo de los ojos
entre árboles y aceras,
callendo hacia dentro esa luz destilada;
Estallará y su mancha blanca
se extiende entre humo y banderas
reflejando en tus ojos
lágrimas de luna llena.
Espada de juventud
la perla que pule el latido,
que se agota y muere en la sombra,
sepultada en llanuras que azota el viento.
Dos caballos arrastran
el carro de la osadía,
entre nubes y sombras
que oscurecen el día.