no eres más que niebla en la noche empañando latidos.
Tan fugaz es el paso de tus pies alados,
que sin huella se alejan y dejan perfume de sangre en la arena
que se lleva el mar.
Las burbujas que explotan, y nada queda,
sólo el aroma del jabón y el arco iris atrapado en ti.
Aunque me deshaga como la arena, cada grano una montaña,
que siembra la tierra y crece en la boca y en el corazón.
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