que cae al abismo y lo engulle en remolino silencio y se apaga sin más;
sobre el viento callado el aliento escupe sus abismos ciegos,
intento agarrar las verdes rocas, pilares recios que el mundo aguanta;
el musgo de mis manos enraiza en el vuelo desertor de ti hasta mi,
resbalando mis manos, mis pies y mis ojos desde ti hasta mi.
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