espero paciente a que el viento la vuelva a gritar;
se quedó mi imagen grabada en bits dentro de una memoria,
ya nada escapa al ojo del cielo que todo lo ve;
pero no fue el viento el que gritó mi nombre,
ni el ojo que todo lo ve,
fueron labios de un niño que subió auna montaña y soñó.
Y soñó en mi oído el susurro de un río que fluye lleno de palabras
que resuenan sin pronunciar.
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