abriga el mar con sus olas,
paladar e amarga vida
profundos sueños renegados.
¡Tanta luz, perfumes y rosas!,
pesadas cruces de oro,
resplandecen en los ojos
hebras candentes como fiebre.
Desterrado el silencio,
diagnosticado el dolor,
capturado cada sueño
sólo nos queda el dolor.
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